jueves, 11 de diciembre de 2008

En medio de los almendros

Érase un vez un detalle suspendido que crecía en unos almendros destinados para la alimentación de las aves más diminutas que alguna idea no había concebido, mucho menos mencionado, ni emocionadamente ligado a ningún corazón. Ese detalle se vislumbraba un tanto antojadizo, ya que crecía con mucha lentitud, razón por la cual no era visto. Además, no todas las formas de vida animada pueden observar detalles. ellos son muy esquivos a las miradas de los pasantes que no se inventan sus vidas.
Un día en que el detalle notó, por esas causalidades que algunos humanos suelen crear, que alguien lo observaba; se dobló y confundió con las hojas más grandes y que a esa hora abrían más sus venas para poder adquirir la fuerza del sol. Pero, ¿por qué el detalle no quería ser descubierto? Muchas razones tenía para ello. En esos momentos le resultó más práctico ocultarse, apenas estaba creciendo y no quería estropear su pelaje. De todas maneras fue muy importante el querer ocultarse y recibir poco a poco la unción de vida que sólo estaba reservada para aquellos que ascendieran los grados dispuestos por el sabio de la memoria que lo había creado a él, como a todos los demás.
La vida en aquel almendro le estaba resultando muy simpática, al mismo tiempo que agotadora, -no era para menos ni para más-, estaba en su orden del día salir ileso a las aves, los humanos y a los demás animales que a veces pasaban por allí, entre otras especies, sin darle mucho propósito a las rocas, los tallos... en fin. Dejándose llevar por su imaginación, de pronto reaccionó cuando algo le llamó muy fuerte la atención. Eran una tiernas manos que sin saber lo estaban acariciando. Se perturbó un poco con ese toque y se acurrucó lo mejor que le dio la línea en la que se apoyaba, pero casi se muere del susto, comenzó a hiperventilar, estaba arrugado, de verdad se estaba muriendo, hasta que por fin las manos lo soltaron, en ese preciso momento una lágrima salió de su pequeña y arrugada piel y fue a parar en la frente de aquel chiquillo travieso que unos momentos atrás estaba tocándolo sin saber. El chico no le prestó atención a ese hecho ya que dedujo que era su propio sudor... más que lógico. El detalle descansó y poco a poco se repuso de esa tempestad. Comenzó a analizar el por qué de esa angustia. Después de mucho pensar no llegó a ninguna conclusión, !claro que no! apenas era un pequeño detalle y tal vez fuera parte de su naturaleza sentir todo aquello, no era para preocuparse ni llorar, pero de una cosa sí estaba seguro, la lágrima no fue por miedo ni por tristeza, sólo surgió sin otro motivo que el toque. Sí, ese toque fue muy desagradable, o ¿fue que él lo exageró?, ¿lo creó su mente? Lentamente y después de pensar muchas horas se quedó dormido. En ese momento sus ojos comenzaron a rodearlo con mucha velocidad, se movían muy alocadamente, él no pudo saber qué era eso. También soñó. Soñó con el sabio de la memoria el cual le contaba su creación y cómo debía ser su existencia sin confundirla con su vida o su estancia en aquel lugar. pero, ¿cuál era la diferencia? existir es tener vida, vida es estar en la estancia, cualquier estancia, la suya era en un almendro.
En el sueño veía cómo el almendro una vez pequeño había crecido y ya en esos momentos era un fuerte y llamativo árbol, razón por la cual se le adjuntó a él, !oh! era un milagro que apenas comenzaba a descifrar y no tenía de qué preocuparse porque para todo ese asunto tenía tiempo. Tiempo que siempre es un tormento. No, para él no lo era. El detalle observó bien al sabio, al almendro, a su propio cuerpo, sobre todo a la forma como se encontraba enredado en el árbol, que parecía ser una raíz más, que había crecido hacía otra dirección. ¿Sería esa la razón de su existencia?, ¿ser una raíz detallada? De pronto despertó y pareció encontrarse perdido en su propia casa, eso era más de humanos que de seres como él, bien, quizás esas manos le imprimieron algo de humanidad, no, eso no podía ser, porque en toda la historia de todos los detalles existentes hasta ese momento eso no había ocurrido. ¿Cómo estaba seguro?, los detalles vienen con todos esos lujos en sus genes. Entonces, quizás sí eran más humanos de lo que pensaban porque eso mismo le ocurría a ellos, los humanos eran así. No, era sólo un detalle la semejanza. El sabio le había dicho que todo formaba parte de todo, así que no tendría de qué preocuparse ya que eventualmente era más sencillo para él, ser lo que era sin razonarlo hasta el límite o más allá. Ya tendría tiempo de crecer y darse cuenta que la existencia era de tal complejidad que ¿para qué añadirle más? Siendo un pequeño detalle sólo tendría que preocuparse de su crecimiento sujeto a ese almendro que le daría cobijo además de vida, cuando fuera mayor podría ir donde quisiera y hacer algunas cosas o muchas cosas que se le antojarían, pero que de todas ellas tendría que responder algún día al sabio de la memoria, esas eran las reglas. No había opción, nunca la ha habido, algunos razonarán muchas ideas, no importa, eso no cuenta porque hasta ahora nadie ha dado una respuesta. Sí, la existencia y la no existencia. Te propongo un juego, cierra los ojos y concéntrate en la nada, la oscuridad lo llena todo. Ella siempre ha sido lo básico, lo primario. ¿Qué otras razones tendría? no era el primero, y seguro no iba a ser el último en pensar esas cuestiones. 
Continuará...

martes, 2 de diciembre de 2008

CARTA A OCTAVIO


A veces los recuerdos llegan de pronto. Ellos se asoman dilatando el principio de la mente, y dejando de lado los inconstantes momentos de antaño. Están allí para probarnos, para conquistar el desaliento y apagar el espíritu, porque hasta los buenos recuerdos no dejan de ser eso, y la trampa consiste en creerlos buenos, edificantes, ¿ya para qué? Ya se fueron, ya sólo son recuerdos y el ahora es lo que siempre tenemos, pese a todo lo bueno que en el pasado haya sido este recorrido corto, este soplo en movimiento.
Ahora te veo más como un fantasma, como una replica inexacta de algunos principios míos, que dibujé cuando tenía trece años, -eso me parece- -la mente no siempre es precisa-, principios que creí poder realizar y seguir en línea recta, sí, encontrar el amor siempre ha sido una hazaña, y no cualquier hazaña, ésta es de verdad, la más pura y complicada verdad a la que todo ser humano se enfrenta, porque no somos dioses, ni pequeños dioses a pesar de las apariencias. Por esto dibujé esencias primarias, génesis de ternura, de bondad. Creí tener un corazón de carne, en cambio desarrollé uno de piedra, un corazón equidistante a mis mejores ideas, un corazón sellado y oscuro. -Claro que debes de saber que el negro, ese tono es mi color de vida, es lo más precioso que puede haber. Siempre nos hace ver algo distintos, algo sospechosos y vibrantes- te menciono esto porque tú sabes el pensar de las gentes. Ahora que mi corazón se muestra como es, supondrás mi dolor y mi fatiga por alcanzarte en ese pasado corto… imagina cómo fue. El primer día que te vi no fue sorprendente, para que mentirte, fue sencillo, como tu comida preferida, fue de un aroma tan natural que me gustó tanto, pese a lo complicado de mi espíritu. Ahora que lo pienso bien, fue un momento exacto, sí, porque los exactos son pocos y hay que reconocer que la vida se pasa tan inexacta que encontrar momentos así no es nada fácil, claro, no los encontramos, ellos nos tropiezan, y a veces no nos damos cuenta sino algún tiempo después. Tardamos años en aprender tantos misterios que acabamos muriendo en la locura de encontrarle sentido a todo esto. Aun así de ese día tengo el recuerdo de tu mirada tranquila, sospechosa y tímida. ¡No era para menos! Una figura se acerca a ti y te pide un préstamo, eso es un poco extraño, pero no tanto, recuerda que eran sólo papeles pintados de negro, algo que sonaría después, y gracias a ese gesto pude salir adelante con tan complicado problema. Apenas lo leí me enamoré de esos sonidos, me gustaron tanto que no pude dormir. Pasaron tres meses y pude descifrar el código, y en medio de todo, pude descifrarte a ti. No en exactos axiomas, fue en mi mente, en los pensamientos que forjé. Pensé que mi corazón brillaba, que mis ojos se ajustaban a tu rostro y mi cuerpo dormía una larga siesta. Mi corazón de piedra pronto se convertiría en carne, con mucha sangre corriendo fuerte a mi cerebro, la cual me devolvería la cordura, sino no la sanidad completa. ¡Sería Sofía!, ¡sería Minerva!, ahora estaría en la manada de ovejas blancas, estaría siendo un poco calle, un poco anden. Debatiría mis hazañas intelectuales, disfrutaría de encontrarme en el espejo abriendo los brazos al misterio de un beso, al anuncio de mi locuaz testarudez.
El laberinto encarnado se cerraría, se haría menos alto, más ancho… brincaría por él, ya no tendría que seguir buscando la salida, ahora piel, ahora ojos, ahora manos, ahora oídos y olfato. ¿Dónde estabas en el pasado? ¿Dónde estabas en el futuro? ¿Dónde estás en el presente?
La razón humana le dice a mi corazón que nunca fue de carne, eso sospechaba, ya lo sabía. Entonces, ¿Por qué pensé que si? ahora odio las razones y en este momento no te lo voy a decir, ya lo sabrás. No es fácil ocultar semejante naturaleza, menos de ti.
Ahora que siento mis entrañas pienso en las tuyas. Solo me alienta saber que eres audaz, limpio y maquiavélico también. Lo creí así por todas las aventuras que leía, ¡eran tan hermosos esos paisajes! Meditaba en ellos, aspiraba frotarlos, todo era melodía suave. Los libros siempre han sido mi eslabón perdido, el refugio y el encanto de esta estancia austera en la que siembro hadas y cosecho sombras aromáticas de ensueño. Ellos declararon una esperanza de ser de carne, me llenaron de dudas resueltas y paradojas abismales en las cuales me gocé y recree muchos pensamientos. En eso siempre he estado, tratando de escribir uno, tan excelente como la aurora, como el arco iris y el mar. Tal vez sea algo Zaratrusta, o algo dantés; una cosa sí es, es el máximo secreto del que fui despojada, y ahora que el tiempo ya no importa para tanto ir y venir es que deletreo mi nombre y le pongo fin a toda la estructura gramatical, le pongo fin a todo el engranaje mental que acuñé por siglos, para poder observar más allá de Orión alguna vislumbre de la luz que quiero tocar. ¿Por qué estar encerrados en este abismo? ¿Por qué el pensamiento, la gramática, los sonidos? Quizás no te acuerdes, pero temas como estos eran propicios en nuestros encuentros. Algo de paz invadía el lugar y las palabras brotaban siempre altivas, escondidas en una gesticulación ambigua y resistente al paso de las horas, era hablar y hablar. Hablar de la luz, del átomo, de Borges, de Cortázar; de algunos que ahora no recuerdo, pero sobre todo era hablar de Dios. Y en esa misma medida hoy seguimos pensando ¿Qué está más allá? ¿Cómo era la pregunta?
Fácil era ponerle punto final a los encuentros subversivos, ajenos a la cordialidad desventurada, pero daban risa, no eran malos entendidos, eran bien entendidos, allí por detrás de las palabras estaba la huella fresca de la rivalidad consentida, porque los pensamientos son más veloces que las palabras y siempre teníamos un problema. Después de todo no estamos tan lejos de algunas verdades eternas, y con los últimos descubrimientos es más seguro que lleguemos a la próxima estación. ¡Ah! La próxima estación. Sabes, creo que vengo de regreso y que desde hace muchos años que no son tiempo he vivido en dejavú todos los momentos. Por cierto, es más seguro que acabe en el lugar de los antiguos esclavos, viendo polvo, líneas, manchas, árboles gigantescos, viendo pasar auroras y escuchando sonidos diversos, no como los de ahora, sino como los de antes. Tú conoces mis mejores sueños y son buenos porque en ellos desaparece el corazón de piedra, se organizan las ideas y el cielo llega a la palma de mi mano. Aquellos sonidos lejanos se alcanzan cuando la dinámica mental hace un pare y sorteo los mensajes que entiendo, y así aparecen las escenas de buen entendimiento social, soy como uno de ellos, siempre atenta, siempre amable aún con los que no son de mi invento, porque hay que entender que a los demás nos los inventamos, tal cual como parecen. Ya en esta monotonía están hechos a imagen y semejanza de lo incierto y tú en mí llegaste como el punto aparte de mi gramática y como el sonido primario, la corona de la creación cuando la luz por vez primera reflejó la sonrisa más encantadora de todas.
¿Qué te puedo decir para emparejar tus aciertos? No sé precisar qué es, son tantas mis frases, es difícil iniciar, pero a manera de prólogo te digo que en mí has sido lo mejor de este concierto, sin ventura de ser algo mágico, salido de tiempo, diáfano o puro intelecto de querer precisarte en una sola línea o en dos. Conoces algunos cuentos e historias por mí inventadas, conoces cual ha sido la parte de tu espíritu que más he admirado y conoces la fecha exacta de mi opinión, la cual hace referencia a una aventura fresca que un día sobresalió entre todas las demás. Eras tú, con tu inteligencia, con tu voz de niño que siempre has tenido y la mirada de incógnita que reposa en todas las salas de estar en las que anduvimos cuando éramos perdidos y fuimos hallados por esas casualidades que trae consigo estar de paso en este universo. En este lugar te pude decir algunos secretos, como el de contar cuadrados en todo lo que veo, y aunque es el más reciente, por lo cual el que más recuerdo, te puedo asegurar que de todos es el más secreto. Que risa da tener que pasar de cuadro a cuadro y aún en esferas ver solo cuadrados, no es nada natural, pero es así, y eso lo vengo haciendo desde niña, ya perdí la cuenta de cuántos y el por qué de ese extraño suceso, pero así es y no me duele contar números, me duele contar pesadas historias que se aprietan en mi espíritu, y me duelen porque no soy poeta ni escritora aunque a veces presuma de ello. Apenas si creo que puedo usar bien el lenguaje; es toda una expresión del pensamiento y no es fácil ser artista de las letras, mucho menos de los sonidos aparentes detrás de ellas, que se agrupan formando melodías que hermosean el rostro y aniquilan pensamientos grotescos, o aquellas que proclaman desazón y poco aprecio. De todas las formas que pude encontrar para hacerte saber lo que hoy está ocurriendo, es precisamente ésta, la más universal de todas las componendas del ser humano, ésta que se yergue para unos cuantos y golpea con el olvido o con la no existencia. Hoy en medio de todo este mundo de símbolos, te digo que en lo respectivo de la esencia con la cual llenaste no solo mi espíritu sino mi vientre, las entrañas del otro corazón y las venas, ha sido llegar a la cumbre y sentir ese fresco de montaña, donde se divisa mejor el horizonte frágil y libre de asperezas, donde el alma se enamora de los detalles universales que se ven a los lejos debajo de las escaleras y de aquellos que dibuja el mar congelado, la bóveda celeste que a veces es azul, a veces es naranja, a veces es multicolor y a veces es noche. Esto es lo más claro que puedo decirte de tus manos, de tus ojos, de tu boca y de tu mente. Lo demás está sumergido en lo que otros denominan oscuro y lento, consagrado para las noches de Drácula, sangre y fuego. Pero no eran tus motivos, eran los míos, siempre consagrados para la locura de ser, la locura de estar y saberse viva en tantas escenas que no buscaba, en las cotidianas verjas que siempre derrumbaba, en el universo paralelo de las innegables batallas que forjaba mi estado alucinante en el cual era reina. Bastaba para ti mi llegada y algunas frases sin sentido, para que entreabrieras los oráculos y decidieras por tu vida ser Emperador de la escena que iniciaba, que siempre terminaba siendo ágape y por mucho tiempo furia de atlantes con destino incierto. Había que precisar cuándo te despojabas de tus vestidos reales y pasabas a ser ermitaño y algún dios no conocido. Era para mí el mejor momento porque podía poner en práctica viejas tácticas de guerra cruzada, en la que tú entrabas sin complejidades y siempre guardando la última frase con la cual ganar o perder. Pero Emperador siempre has sido y ahora más, cuando la premisa del principio universal poco conocido se abstiene de salir y disimular cordura o efectos primarios, en los cuales el deseo sea una metáfora al mal tiempo. Tú querido Octavio apareces de pronto en mis sueños. Era que estaban extraviados en algún rincón decente del lejano lugar común y corriente, poco asechado por los mortales, esos que dibujan en las rocas, en las paredes y en algún lienzo perdido, una vez carne, otras veces huesos, muy contadas ocasiones tintes mágicos que saltaban de las páginas desiertas cuando la nada reinaba, si es que aun no reina y ella toda dueña, diosa, primera lucha, no quiso abstraerse de ti… tenía pensado vislumbrar más de una utopía pero el destino abotonó las cruces y solo pude decirte que la imagen de tu perfil no era muy precisa, por eso el retrato quedó como el original. La nada quiso que eso fuéramos y ahora estás postrado a los pies de gentil absoluto, estás en media noche de sufrir tu propia pena y muerte al vacío caótico que estar sin tierra, sin destino y sin tregua.
Heme aquí querido Octavio… heme aquí. ¿Hace cuánto que no pronuncio tu nombre? Tu nombre, ese que me dio la primera señal para vaciar mi pudor y hacer gala de mi esfera poco usada, tú la quisiste y fue tuya, ahora no puedo seguir hablando de ello. Figuras en mi tocador, en él, algunas cosas buenas y románticas, esas que no comparto, que poseo, son superfluas, son estáticas y llena de ojos que me opacan, me hacen chisteras y fingen ser elocuentes, inteligentes… Pero no, y allí están, apiñadas como riéndose de mi. Ya se que debes estar pensando que estoy loca o algo parecido, si es que existe algo así, pero no, solo quiero decirte que de esas cosas hay unas tan esquivas a dejarse transformar, que allí las dejé para cuando regresaras a tomar posesión de mí, para que cerrando los ojos veas el lugar llamado paraíso e inicies el juego de dar partida a mis gustos y deseos. Debes ser sincero, porque sé que estarás pensando que en ellos tú solías perder ya por instinto, ya por capricho, ya por decencia. Pensabas que siempre me asustaba o me quebraba en mi espíritu, pero hoy te confieso que mi mente deliraba más rápido que mi cuerpo, y por tales epopeyas mentales mi respuesta no siempre fue simpática. Salir corriendo de posición no era adecuado, sobre todo viéndote a ti tan jovial y sincero, consintiendo al principio universal que siempre has sabido entender; creo que a ti nunca ha sido esquivo saber manejar esos hilo y lo haces bien porque ya pasaste la peor prueba, ahora estás en otro estadio y eres más fuerte, pero yo ahora soy más débil. Por esto te escribo querido Octavio, para que consignes en tu ojos un despertar más grato, te olvides de mí y sigas la senda segura por la cual los más valientes se lanzaron. ¿Cuál es? No lo sé y si lo supiera no te lo diría, sea por orgullo, rencor o quizás por el mismo odio que a veces te tengo. Ya sabrás que no siempre fue así. Mi odio tiene destino y no es tu cuerpo, no es tu mente, no es un destino marcado por la insatisfacción, es más una elocuencia a mi locura y tonta pasión de ver cruzadas nuestras vidas después de algunos siglos de empeño malogrado por circunstancias patógenas, cuando los dioses dejen de tejer tan nutrida telaraña y seamos ciertos, seamos uno a uno, seamos átomo que deje el incierto universo y conquiste sus propias añoranzas disfrutando por completo de ser solo eso, átomos en el tiempo que ya no es. En la risa poco aparecida, la cual se asoma detrás de la cortina, nebulosa, espaciosa y penetrante. De ese odio te debo decir que no es tal cual parece. Ya te mencioné en otra ocasión que es más mi perdición que la tuya y de esa me encargo. Como habrás leído, cada cual debe ceder o cargar sus propias penas, porque aunque no queramos eso es todo lo que tenemos. Lo único cierto es mi maldad penosa que yace siempre cual león… éste no quiso ser niño; de esas lecturas no entendí demasiado pero sí que el león murió sin ser niño. ¡Que penosa verdad la que me espera! La que consigna página a página que no soy eterna, solo estoy al amparo de los dioses y de los demonios.
Es más valiente decir que es mi propio destino, es más fácil aseverar que nada malo sucederá, pero no es frecuente salir victorioso de tal hazaña, es más condescendiente presumir piedad y ser portadora de mi propia humanidad velada para ti que eres mi opuesto y mi verdad. Si hoy tuviera oportunidad de decidir, lo haría antes de ser concebida, así no estaría tras estas líneas y no tendría el pesar de lo que soy. Pero tú Octavio, eres por cierto un modelo quebrado, porque ya te pesé en mi balanza acomodada, la que vio el horizonte cuando salí de la cueva y escalé la cima donde aprecié que no eras tan fuerte ni valiente, no eras tan humano, eras mitad dios, mitad ser. Pero no por eso te dejé. Seguí tus pisadas como niño y como hormiga, esa era la metamorfosis anhelada en cuarentena por algunos años que fueron luna, que fueron sol y cometa desventurado, soñando el retorno, la aparición, soñando el duelo. Ahora te dibujas tan parecido al suelo, que dejé de ser calle y pasé a ser puerta, y fue allí que en fila india noté que no tenía pechos, que no tenía entrada por la cual iba a ser tu tesoro y me dolió al mismo instante que disfruté de tu caos, del abismo al cual te sumirías, porque en extraño suceso creí que no tenías ya para mi más principio universal y eso me dio ideas para dejarte tal cual te habías convertido, -una sombra- sentí librarme del peso que había sido por mucho tiempo conocer, sentir ese principio universal que emanabas en mi y del cual era esquivo por estar enferma, por estar ausente al sistema y no parecer sino perecer en mis ideas. Pero hoy estoy lúcida y creo en un instante que tal error no volverá, que la premisa es ser condescendiente con mi futuro y realizar una amalgama para reconocer cuando te pierda.
Pensé que sería como en los libros. Está bien que no tuve visiones famélicas, no tuve pequeñeces lánguidas, fue porque nunca me han gustado las cursilerías, pero en vez de eso, tuve encontradas conexiones con mentes perturbadas de otras épocas. Fueron mis pasatiempos. Leer a Rusia, África o América. Pero al fin terminé por anhelar más esas otras épocas y dejé pasar mi lugar por ellas y heme aquí un poco perdida en la actualidad que puede no serla. Ahora veo tangible casi todas las ideas y es por ello que este laberinto universal del deseo, el cual parte de tu quimera no es más que un acertijo bien pensado y a partir de algunas lunas tú ya no prestas la debida atención. Pero se que no eres tú, es mi derrotada existencia que se debate entre mil y una forma de dar el mensaje. El tiempo ha pasado y ahora que ya maduraste eres más auténtico, más listo y haces tu mejor esfuerzo por dejar tu conquista para otro año en que sea mejor la primavera, y el otoño riegue pétalos encantados. Ya sabrás que en eso del romance siempre has sido mejor. No te debe extrañar poseer tal misterio pues es evidente tus enlaces con Eros, enlace que me es esquivo o tal vez solo lo llevo derrotado, el caso es que la evidencia así lo dice, tú eres su aliado. Él envidia todo lo bueno que puedo darte y ahora solo quiere tenerte, pero una razón más poderosa es aquella que vi en mi. Sólo soy un soplo que no supo llegar a tu boca, por eso me quedé dormida en lo mejor del concierto y ahora sufro mi desdicha de tenerte y no tenerte. A veces eras tan carnal y otras tan elocuente que me distraía acechando en la luz un poco de juego, otro poco de infancia que nunca se perdió sino que evolucionó en otro tanto de virtud. Los juegos eran risas y frases ininteligibles, posaban desnudos y entre risas creía poder perder el pudor y la vergüenza que me hacían ser opaca. A pesar de eso, tú me conquistaste o ¿acaso fue que eso pensé? Siempre he creído que me conquisto a mí misma para luego darme cuenta de que no era así y dejarte desposeído e irme lentamente, pero segura de haber estado equivocada.
Por tiempos también disfruté del mismo principio y por tiempos te odie y ahora sigo el mismo camino. Es por esto que escribo estas letras, es por eso que me aliento a redimirme con estas palabras y dejar a tu imaginación, cordura y ensamble todo aquello en lo cual nunca fui buena, de lo cual nunca he sido dueña, pero tú sí. Te exhorto a que mires los vidrios de tu ventana y los limpies, y medites bien si es el mismo principio o si hay otro, o si ya sufrió metamorfosis. Hazme un favor y explora bien, explora con buenos ojos y mucha fe cuál es tu destino por si acaso sigue al mío.
¿Para qué explicarlo todo? ¿Por qué explicarlo? ¿No es más seguro si me miras a los ojos, si solo llegas al deseo y vuelves a explorar? Por cierto, es más fuerte y así tendrías el control que nunca deseaste. Soy Eva y eso es una inconsistencia, es quizás la nada dentro de otra nada más absoluta, por alguna razón discreta donde abundan la comodidad y el fingimiento. Pero no lo creas, no, todo cuanto ha sucedido ha sido genuino aunque haya sido una locura, aún así es la parte consciente de cuanto he hecho para agradar y satisfacer.
En la búsqueda de la verdad me quedé en medio camino. Siempre, buscando sin nunca hallar, o hallar de paso, de retaguardia. Pero… ¿Qué he buscado? ¿Acaso lo que todos buscan o algo más placentero? ¿La realidad de la cual hablan todos con tanta seguridad? Alguna verdad ha de ser. Por ahí la vi y por algunos espacios la hallé, solo para poder observar lentamente el resquebrajamiento de la misma y verla convertirse en otra más que debía hallar o resolver. Nunca se llega al final, no en esta vida. Pero para los académicos es lo mejor del asunto, porque ellos insisten en que así debe ser, sino, no tendríamos a Leonardo; es un buen apunte si solo apuntamos a algunas cosas. En lo personal tú sabes que me encanta Leonardo, no debo decirte nada en contra, es solo esta monotonía de saberlo todo y al mismo tiempo nada, porque nunca se sabe demasiado de algo, y sí, debe ser mejor de esta forma. Ya lo decían los antiguos y lo dicen quienes con un grado de intelectualidad pretenden resolver siglos de demencia. Quizá el salmo tenga más sentido, después de todo “¿Qué es el hombre para que lo recuerdes?” pero tú Octavio no eres más que ellos, no eres menos; eres un espejo, eres de este siglo y eso a veces no es bueno. No es bueno para ti que ahora finges caridad, decencia, melancolía, sabiduría y algún objeto perdido en el umbral de la puerta que no quisiste cerrar. Junto a mis venas estabas inmerso, ahora un respiro te devuelve la agonía de Ulises y esperas como Penélope. Deberían ser las hadas, debería ser el ser Eva que te proclame como Emperador Máximo y parecer más tu aire, y ser más tu animal nocturno y la proeza de dejar de ser anden. Como recordarás no siempre seremos vaca, ni león, algún día podrás ser niño y después volverás a ser polvo. ¿No es esa la sentencia? Mientras duren los ojos debo confesarte mil lenguas y mil retrasos para obsequiarte con ellas una mancha dorada que encontré un día en el viaje a la provincia Reloj. Fue en esos días en que no me hallabas y creíste una demencia, un espacio tiempo bastante dañino. ¡Te sorprendí! Estaba en el otro paraíso y tú velabas la entrada. En ese lugar pude descifrar tu principio y pude morir por tercera vez imaginando las gotas que por mi vientre se colaron el día en que me llevaste al arroyo para tomarme en préstamo. Por considerado que parezca tú hoy ya no estás, y, en el reloj te veo pasar con aire de decisión mientras finges tu vida y deletreas el pasado para asegurarte una mejor lucha. Esto lo aseguró Claudio y mencionó tu osadía de ir a la puerta y sentarte por horas, proferir palabras aniquilantes y desafiantes, pero ninguna respuesta. El ojo de la cerradura iba y venía. ¿Me podrías contar en qué pensabas? Ya conoces el placer que da saber en figuras lo que otro maquina, ese era un buen juego. Poder entrar y ver desde ese lugar, poder sentir las proezas, la fatiga y hasta el dolor. ¿Maquiavélico? El sabio me dijo que hay quienes viven de esa araña. Le conté que entre nosotros era un simple juego y solo era entre los dos. Le dije que no sabíamos de ese arte nuevo para mí, nuevo para los de limpio corazón, cuando se podía tenerlo así. Le dije que fueron más las tormentas por las que pasaste sufriendo, agonizando y casi muriendo. Que por eso me encontraba allí, para pagar mis culpas, para morir y dejarte libre. El me dio algunas palabras, me tomó de la mano y me llevó al lugar de la oración. Oré por ti querido Octavio, oré por la sensación del siempre vivo, de los fatídicos encuentros y por la paz. Otras más de las tantas verdades ocultas, nunca hallada. Esa es nuestra dosis, esa es nuestra luz al final del túnel largo, angosto, a veces mediocre y otras veces justo.
Perdóname Octavio, perdona la demora de mis palabras. Han sido diez años de tu ausencia y aún no me repongo a tu perdida. Pienso en dejar salir a los las de alas rotas, pero ellos no lo desean. Pienso en los que están enteros y es peor el peligro. Ellos no descansan, aún escuchan detrás de la puerta. Ahora siento tu vacío más poderoso que el río y más abundante que el grano dorado. Ya el café está añejo, las velas se apagaron, el lecho levita por escaso peso. Los días se congelaron…
El sabio me lo declaró: “la estancia no es en línea recta, tiene curvas graves y certeras” no sé nada de esos trucos. Sé que mi dolor solo se compara con el de las hojas perennes con las gotas recién hervidas, con las larvas y con el hastío. Algunas razones es mejor dejarlas en el olvido, pero no es tan sencillo. Ahora no puedo seguir figurando en tus recuerdos, debo ser la imagen de algo que pudo ser pero no llegó a la existencia, debo ser una nota de pie de página de algún degastado libro en la antigua biblioteca a la cual sólo iba de paso cuando tu te ibas a tus guerras y me dejabas vacilando con algo de locura carnal de la pasada noche cuando llenabas mi vientre y tus besos deleitaban mi rostro. Será mejor así, y no me despido con palabras, sencillamente no me despido, porque en otro momento tendrás otra carta que enviaré con los pequeños que se quedaron al lado mío, para que debatirme entre partituras y paleta no sea tan caro ni temerario.
Hasta pronto querido Octavio…
Siempre una hoja suelta… Sofía en la quimera.

Suspendida

Es así como encasillamos el memorial... quizás porque es mejor no recordar, pero persona que no recuerda, ¿cómo se la puede encasillar?
una vez hablé con una... era yo. intentando descifrar el funcionamiento de mi mente, ¿qué soy yo? y luego de algunos ensayos y errores, aquí estoy, poniendo a prueba algunas sutilezas. parecen mentiras pero son verdad.

martes, 28 de octubre de 2008

¿Quién dijo margaritas?

Las margaritas estaban en su punto, -¡qué extraño que no se hubieran notado en contexto!- es que ya no era el juego favorito, no lo recordaba bien y creía que sólo había sido cuestión de algunos cuantos artilugios. Ya la memoria no era la misma, pero de lo que sí estaba segura, es que ese juego no se practicó tanto como para recordarlo. Pero la seguridad radicaba en algunas lecturas un poco flojas, o más bien, en la desesperanza de no haberlo jugado nunca, de no ser como las demás chicas, porque ella creía que eso era pura estupidez, iba en contra de su naturaleza, no era así, y en esta época no iba a ser la excepción. ¿Desparramar margaritas? –No es para tanto- mejor me veo un documental de la segunda guerra mundial, o me inspiro en mentiras elocuentes con las que pueda contrarrestar el enojo y la ira que invade mi sistema en los días en que prefiero ser puerta...
Ese ser de la baldosa me deja un poco taciturna mientras pienso en las mil letras que debo estar apostando con el mal de ojo de la otra orilla, allá en el mar de la incertidumbre que por pura y maléfica postura está lleno de colores, sedientos de los recuerdos perfumados de aquellas tontas margaritas. No era un juego muy apetecido, era pura tontería de cultura y educación, y por ello, por no pasar como algunos más aposté que no sería, no estaría en las locuras de este sistema físico clásico, prefiero la aleatoriedad, la incertidumbre y las pésimas notas de las líneas que detallan los contornos de los escasos bosquejos que de mí tiene el artista. No tengo palabras para detallar las risas que me dejaba esa magia de estar jugando sin jugar, por eso tal vez mi falta de sensibilidad hacia las formas más sencillas del espectro, son una rutina pero no una necesidad.
Las ráfagas del tiempo se cruzan con los sonidos imperceptibles del trágico fin de la hoja suelta por aquellos que juegan, de los puntos luminosos esparramados que se incrustan en las pupilas las cuales referencian la imagen del ser que aun no llega, ni se deja ver. –El aroma- el olor era lo peor, y las imágenes sueltas de la época nunca vivida, pero sí tal vez merecida, porque ahora no somos lo que algunos han dicho que somos. Los que miran ven rostros parecidos a los escondidos encantamientos de las lejanas galaxias que nos pintan desde el más allá de las lágrimas caídas por algunas margaritas que no querían dejar de existir, y mucho menos por un tonto juego infantil. Ahora, ya no es para tanto, ya no queda más que algunas ideas por allí desparramadas como las siluetas despampanantes de querer ser lo que no se es. Este último punto me da risa y desconcierto. Ves a algunos con unas etiquetas que nos les quedan bien, se hacen los interesantes o importantes, ya que dadas las condiciones les atraviesa una espada inmisericorde. Los hace taciturnos, los desvía de la verdad y los atrapa en unas cadenas que tiran y jalan en círculo vicioso, para que la perturbación sea completa y no vean con acierto el espectáculo de la existencia. Las margaritas siguen sin pestañear, - ¿cuál es el problema?- … que algunas estaciones han pasado y las venas han comenzado su concierto dejándo ver el poco aplomo que tuvieron años atrás cuando se pretendía ser de otra manera, unas veces más elocuente y sabia de lo que realmente era. Algunos dirán que en estos tiempos de tanta relatividad eso depende del observador, pero esos mismo no detallan que una misma es la observadora y etiquetarse es un trabajo dificil, duro, agobiante, agónico, es más de lo que podríamos imaginar; es un análisis sensato para poder seguir el camino con menos equipaje del que traemos cuando nos empaquetan sin más ni más a esta oscura isla de la nada, cuando nos dejan porque así debe ser o cuando nos vamos porque estamos cansados del trabajo mezquino y sin provecho que nos cobija. algún dilema porque es astuto, es la trampa mejor diseñada de la cual no nos damos cuenta sino después de que aparecen las venas e imaginas seres en las baldosas y nadie te cree que allí habita, cuando por alguna casualidad que no la es, te despiertas a otro ser que no puede ser porque lo impiden tus sermones de política barata y no queda otro remedio que seguir viviendo en este tiempo, haciendo algo, lo que sea, para sentir que sí se vive en él. Mientras tanto morimos, da igual, porque si nos movemos también estamos muriendo... quizás de otra manera. A mi no me asusta la muerte, es un deseo de hace años y aun no llega, y no lo hace porque nos queda un poco de tiempo para lograr equipararnos mejor, destellar palabras que nadie te las va a escuchar. Nos queda tiempo para arrullar caprichos de abrazos y besos, lejanas fantasías de toques verdaderos, reales, toques que broten del más puro y llano presentimiento de dejar de ser puerta, convertirnos en andén, pasar por algunos lados descontando margaritas después de haber besado muchos antojos y oleadas simples al pretender las cosas más descabelladas, más locas de esta corta pero larga existencia.
En medio del valle y en la orilla veo algunas ráfagas que han estado iluminando los intrincados laberintos que es la mente y han estado desencadenando molestas herraduras para pasar a otro tiempo, otro espacio, un lugar más agradable. Es cerrar los ojos y llegar a sentir la nada, es la oscuridad total... este juego me gustaba más. es agradable sentirse flotando por el espacio, sin tiempo, sin estrellas, sin luz, en completa oscuridad. No hay Dios, sólo la nada... -la nada- ¿Qué es la nada?
Es considerar un momento en suspensión lacónica, audaz, en el inmeso vacío impenetrable de las ocurrencias enfermizas del salto cuántico al que quiero acceder. Es tal vez poblarme de innumerables aventuras inquietantes, nunca antes protagonizada por ser humano alguno, ni en aquellos remotos tiempo de Elfos y hadas, hasta el presente futuro de la incertidumbre fugaz de mis más alocados recuerdos del pasado, lleno de múltiples pétalos que dejé pasar porque no me interesaba la travesía cósmica de tal taciturno juego. La nada estaba conectada a los alambres del diccionario que dejé olvidado en la casa de mi abuela. Lo dejé y he allí la razón por la cual ahora es más dificil jugar, pero a veces lo logro y me transporto a ese lugar donde la oscuridad es fascinante, pues quedar en suspendida lejos del ruido y tumulto me agrada.
La nada es elocuente, inspiradora de energía que se proyecta en las citas del primer encuentro con las letras, un diario desgastado, presumido, escrito por dentro y por fuera cual seres apocalípticos llenos de ojos que el vidente observó. En esa nada los puedo ver y parecer a ellos en elocuencia oculta detrás de las pocas virtudes que poseo.
La estancia en la nada es mi lugar favorito dentro de los pocos que tengo, ya que allí en la inmensidad y vastedad del universo, sin la presencia de otros es reconfortante sentirse vigilada por el invisible, el cual vive en la décima primera dimensión y me roza en perspectiva, crea las líneas de mi silueta y me dilata el oído para poderle oír en mis recónditas alegorías fingidas del ser que vive después de orión. Con mis manos lo puedo tocar en la nada, porque las dimensiones se revelan más copiosas y dispuestas a ser encontradas. Es en la nada donde me apremio sin debates y donde resulta que puedo llegar al amanecer de mis expectativas.
Ahora después de sutilezas resulta que es más propio ser semejante a mis recuerdos primarios, debo ser mas consciente y menos prevenida, y así dar lugar a aquellos que pueblan de otra manera este universo y más en comprimido el planeta tierra y la paleta que cada martes a las seis y treinta minutos de la tarde destapo, para poder observarme desde otro ángulo, del lado de aquellos ojos que me regalan sorpresa y labios que se apresuran a sonreírme sin afán, sin cuidados especiales porque en este lugar lo que somos aun no se nos ha revelado y como dijo un apóstol "lo vemos como por espejo" increíble que después de ser algunos antojos no hemos llegado a lo que debemos, pero lo suponemos, porque las miradas lo escrutan todo y los sueños son más parecidos a aquellos pequeños ojos, que por todo y por nada sonríen en la espesura de una lágrima. Hoy quiero recalcar que mis mejores momentos están escondidos en el tapete de mi corazón, y están allí para ser mejorados, por lo que a cada momento vivo y presiento una lógica felicidad. De verdad lo mejor está por venir y es mejor vivir en el misterio...

jueves, 16 de octubre de 2008

Ser

El amanecer se estrelló porque las luces del alba mitigándose dieron vuelta hacia el pasillo desgastado, en el cual pendiente de un ligero y envejecido clavo, asomaba el rostro de perfil del invitado a la cena la noche en que todo sucedió tan rápido que los mismos recuerdos asolapados estaban entrecruzados por los pequeños cuantos, sí, porque en otras ocasiones eran más ondas que llegaban a mi rostro y lo comprimían hasta dejar que el aliento se evaporara al lado norte del lugar en que escogimos, deambulando sin más motivo que ser de otro modo. Es que ser es un gran dilema, y eso que no hemos contaminado algunas existencias... menos mal me he quedado varada proyectando sólo hacía mi cara, por ahora es mejor así, ya que dadas las circustantias es preciso quedar al lado, un poco aparte para lograr ser algo más elocuente, atractiva y menos ridícula de lo que hasta ahora se ha acuñado y ha venido a ser una idea de reflejos mal tratados, algo tontos y embetunados de un gran agujero negro, sí, la luz se extinguió. Pero a mi me gustan los agujeros negros, y la poca luz de mi habitación y el perfil de tu mirada, un poco más emocionante que las ligerezas de mis palabras, en otras épocas que ahora se me antojan muy lejanas aunque hace poco que sucedió. Espero llegar de verdad a las profundidades del ser que debo ser y del ser que ahora veo en ti. Estoy de acuerdo en que así debe ser y que en el andar de las miradas y los reflejos podremos sentir las emociones primarias de las que ya, según algunas ideas no referencio ni me quedan más grabadas que las miradas de bajo perfil que algunas personas siembran durante los breves lapsos, en que sin más intención que la de regresar a casa, finjo tener, pues a veces la pena me invade y los ojos de otros son intolerables para mi, que en otro espejo me diviso más satisfecha. Ahora complice de Dios es más emocionante el andar, y la existencia detrás de las palabras es una medicina que acompaña la presencia de lo invisible; es así como veo al ser que vive en la baldosa de mi habitación... es elegante, serio, posee mirada triste sin estarlo, espera algo que no puedo descifrar, aun... espero. Es maravilloso, no se hace cuánto tiempo ha estado allí, pero puede ser que la dualidad de la luz lo haya traído a la existencia...
Continuará

miércoles, 15 de octubre de 2008

Mis venas

Sucede algunas veces, o siempre en la existencia, que vamos por allí sin cuerpo. Somos cuerpo, algunas veces sólo cuerpo, otras mentes sin él. -¿Adónde quieres llegar?- al cuerpo. ¿No has escuchado que tenemos el cuerpo pero andamos sin él?, en algunas ocasiones lo gastamos sin darnos cuenta y cuando nos hacemos lúcidos ha pasado tanto tiempo que no nos encontramos cómodos, entonces debemos rediseñar nuestras líneas y contornos para poder subtraer aquello que yace oculto en medio de la nada evaporada de los recuerdos más caros, que a estas altura se han vuelto notálgicos de tanto padecer insomnios, sol y lluvia... de tanto andar sin parar, de tanto avergonzarnos frente a las dudas y quimeras que representa estar aquí, cuando deseamos estar allá, del otro lado, apreciando una vida más jugosa en medio de charlas contamindas de azucar, risas genuinas, no fingidas de la madurez o de la inmadurez que siempre está escondida en la parte más ingenua de la mente. !Malditas neuronas y sus embroños de acero!, la sed exquisita de padecer el cuerpo, y en él, el reflejo taciturno de las venas verdes, azules, rojas. Mis venas estan acompasadas al ritmo de tarántelas y hojalatas caprichosas, se funden en mis pensamientos, ellas los recorren, las veo venir e irse, ahora las veo más exactas, más hermosas... -no-, nunca las había visto, sólo reciente, hace poco que las descubrí y me sorprendí de verlas tan limpias, !hasta me gustan!. ya asoma mi edad y con ella la madurez esperada, ¿cómo me leyó él un día?, perdí la capacidad de reírme sin importar las equivocaciones. Sí, he perdido muchas cosas entre esas mi historia acerca de las venas, no la encuentro por ninguna parte, la escribí a la antigua y ahora no la encuentro. Pero está el espejo de ella, es mi radiografía de la vida, el apostar la vida desde otra perspectiva, un poco complicada y ausente.
Las que más me gustan son las que se reflejan en mis tobillos, son de un color azul aguamarina, sencillas, complejas, nada ideales, siempre primorosas y delicadas. ellas se riegan con cremas costosas de leche, camelias, sándalos, rosas, miel y otras esencias más equilibradas, algunas me dan mareo, reconozco mi problema con los olores taciturnos que hacen que pierda el sentido, provocan migrañas y resultan extrañas a toda la existencia. - Que exagerada- sí- peor es estar hablando de ellas. No son tan importantes. No lo son hasta que aparecen después de haber estado ocultas, -no- sólo no reflejadas, latentes, esperando a que te dieras cuenta, y así muchas otras cosas que la noche no despierta, pero que la vida te las arroja a la cara con demencia adolescente, fugaz y ligera.
Las venas que se me antojan frescas, un tanto divertidas y viajeras de las emociones representativas en la intensidad de los besos, las entradas y salidas.
continuará...

martes, 14 de octubre de 2008

Memorias en un diario complicado

Lejano está el momento del despertar de la solapa publicada con gentileza detrás del escritorio y guardada en el sofá que está en el salón del té, ofrecido a las tres de la tarde, todos los días en que iban a charlar de aventuras jugadas en el país de al lado, lejano y sombrío, cuyas vidas paralelas recién descubiertas eran propias de aquellos perdidos en el laberinto hostil de las viejas y gastadas solapas.
Los de ahora son como los de antes, los que quedamos de esa primera epidemia sólo éramos dos y el mismo lado. Eran otros tiempos y !vaya que tiempos! ahora en este lugar no nos queda otra opción que relatar el suceso, ya no queda mucho que hacer, a menos que queramos esperar al fantasma para que acabe con nosotros.
Fue toda una locura avanzar en el tiempo ya que es mejor vivir la edad, -¿cuál edad?- la edad de los mejores, la misma mariposa de múltiples colores, espectro que volaba en la dirección correcta, allá donde encontramos los cachivaches que ahora nos distraen de esta cansada e infatigable unción. -¿Cuál unción?- los remedios de la mia naturaleza. Los ojos ya estan gastados y los ánimos revoltosos, !si!, las mariposas aun revolotean, y eso es un grato recuerdo infantil. -No-, es un recuerdo de amor o algo así que leí de aquellos que no estan, los conseguí de sus pupilas negras y equidistantes que deambulaban en extraña postura, cual vampiro al acecho.
¿Vampiro?, ya, déjalo, porque esa es otra historia y ahora no puedo observarlos, para eso es mejor la noche. La penumbra de mis ideas y la exaltada apariencia de sus perfectos dientes, la extraña sonrisa inofensiva y las manos más blancas que la nieve. !ya!... los pecados blanqueados, -no- la conciencia limpia, la justicia divina. -¿Cuántos años tenías?- siete, número perfecto, como el negro, justicia, juicio, mejor aun, ráfagas del tiempo oculto en ecuaciones matemáticas, en la lógica incertidumbre de palabras bien diseñadas y estructuradas que por ahora no comprendo.
-Llevas mucho tiempo sin comprenderlo- no, exactamente unos minutos, el resto es poesía. Palabras más, palabras menos, pura indiferencia ante los espectáculos mejor destacados por vidente alguno, por aquellos que tienen ojos y oídos, pero no les basta. -!Las solapas!- -si- las solapas. Eran unos viejos guerreros marcados por el destino, aunque el destierro hubiese sido mejor, pero no para ellos, su propio nombre no lo aceptaba. -¿Su nombre?, -si- el carácter no se deja de lado, se va con él a todas partes, es la misma esencia de su nombre, es axioma imperturbable. Somos un nombre. ¿Te llamas Sofía? -si- exacto como eso. -¿Qué hay de ti?
-nada- franqueza, te lo juro. Mejor, asi nos esquivamos o nos entrelazamos en algunas quimeras importantes para la existencia, matar una que otra neurona y correr sin tiempo, sin lugar, en el espacio de las posibilidades creadas en cero. - Bruto aprecio- -No- estornudo de rinoceronte, espuma de ternera, caprichos de caballitos de mar, sonidos de selva espesa, gorilas y algunos más. ¿Queda alguna palabra? -si- las del anochecer vanguardista, sin pistas ni equipaje... a veces se vive con exceso de él, como lunas llenas sin Licántropos... evasiva fortuita de palabras mal entonadas, tal vez una canción de nana y una última mirada esquiva de pasión por tus ojos, por tu boca y por tu pecho. -no- Ahora demente hay que meditar. -¿Algún gurú en especial?- si, mi propia mente. - ja, ja, ja- eso provocas, pero me deleita tu estancia entre mis manos, especialmente tu aceptación en el mundo mágico de las realidades más o menos exactas, paráfrasis de la epidemia y de los sonidos de las partituras ya vencidas pero clásicas de la memoria infatigable que es ser un ser humano.
Los compromisos en el sofá, el te de las tres de la tarde, los libros y la música... ideas, colores empatados... mejor el resumen de ellos... Mi paleta es perfecta. Tengo razones, no son de tu incumbencia, ya sabes, cachivaches, cosas viejas, desgastadas, casi muertas. -¿Todas?- ¿tu qué piensas?, hasta ahora mis mejores dones a tu disposición. -Gracias-, -mil a una que no te podrías balancear en puntas de pies- por supuesto que no. Mejor opción, leer a Kafka o Cortazar. -Ni por los tobillos en tu paleta- claro que no- ¿quién crees que es la mejor en las pistas? tu rosa encantada. -no- las pesadillas del ser que vive en la baldosa de mi habitación- ¿hay un ser en la baldosa de tu habitación?- si- es guapísimo, pero solo le puedo vislumbrar medio rostro que se ve en perspectiva desde arriba sentada en mi cama. tiene unos ojos tiernos, una expresión de tristeza, como si estuviera esperando... -¿qué? -no lo se aun- ¿hace cuánto vive allí? tampoco lo se, recién lo descubrí ayer a las 10:00 de la noche cuando estaba pensando algunos detalles de la reciente conversación con G.R... um, tal vez fue solo eso... no puede ser, porque hoy lo vi en la madrugada al despertar, asi que supongo que sigue allí. ¿Itinerario para hoy? Trabajar en el día, ir a la escuela de artes en la noche, dibujar y pintar algunas manifestaciones más locuaces de mis mejores memorias recien descubiertas y etiquetadas en este instante en que ya no soy una demente, sólo por hoy. ¿Dónde quedan las solapas?, en el mejor lugar disponible ya que tendría tal descalabro que ningún cirujano querría increpar, claro, siempre hay más opciones. Las solapas están en fántasticos rostros, majestuosas enseñanzas encontradas en cualquier esquina, sin pretender ser, sin equipo favorito, sin chistes agónicos ni malos entendidos. Son los mejores amigos en mi tiempo libre, de algunas famas antiguas y lágrimas rescatadas porque el olvido no es una gran hazaña, hay que evidenciar lo concreto y lo no tangible mucho más allá de las primeras imágenes que por el uso y el abuso se evaporan sin riego ni cobijo. Ya me abrigo en la mía y sigo mi camino para poderte contar del tiempo vivido un poco más allá del salón de té, rescotada en ese viejo sofá, herencia de mi abuela que ahora en paz descansa, con una pena que no pudo superar y hasta el último aliento dejó ver, se dejó escuchar. Sí, algunas veces las solapas nos dejan pero siempre regresarán porque necesitan un cuerpo y una mente en la cual transitar, moverse, tu sabes, cada quien camina de maneras diferentes, según la genética y la educación recibida. Los hay muy altos y muy bajos, los hay término medio, no me gusta ese término. Los hay atléticos y esforzados y otros menos aventajados según esta sociedad, pero eso no importa si te ves en la dimensión correcta, como la violinista del concierto de Yanni, excelente, hermosa e inteligente. Solapas al fin, aca todavía hay mucho que decir y otro tanto que descifrar, espero estar en lo exacto no en lo correcto, eso se lo dejo a mi madre. Ahora debo reponer tiempo que no se repone, espíritu que... sí, es un poco más manejable, mente que se apresura a envejecer lúcida y quedamente, venas... !mis venas! ¿no te he contado de ellas? -no- ¿me lo creeras?, por lo menos lo considerarás. vale el esfuerzo y el momento.
Son un poco de la más dulce aventura, porque después de sondear que la piel deja sus huellas es más gratificante conocer un poco de tu espacio interior, y ellas te lo delatan tan vívidamente, que sientes un pesar de no haberlas descubierto antes, cuando todavía había oportunidad, conocer el fin desde el principio, delicada labor y no nos ha correspondido a nosotros saber esas sazones, mejor porque la cocina es un poco disparatada y a estas altura casi no hay tempestades para lograrlo o sentirla un poco más razonable.
Las venas te lo declaran, apostada o no ellas estan allí. Palpalas, siente su recorrido a ver si te llevan al lugar de al lado que es donde quieres estar. El salón de te ya está viejo y sera mejor distribuir tu cuerpo en otro lugar un poco más interesante.

Memoria de un beso

Dos palabras irrumpieron en las sombras de la noche. Eran las tres de la madrugada y ella seguía soñando un anhelado beso. Hacía mucho tiem...