Horas, pequeñas horas de enlutados rostros. Aromas olvidados que de pronto cobraron aliento y me figuraron otra dimensión de la cual había estado huyendo antes de la aparición del tiempo, y del otro lado en el cual me sumergí cuando apenas si existían mis venas. !Que detalle!
En otras latitudes estaríamos levitando suposiciones desprovistas de enigmas matemáticos. Estaríamos acumulando tesoros inservibles, cosas, objetos, cualquier cosa que nos haga sentir importantes, seguros, a los que les damos valor para no sentirnos mal de nuestra gastada inversión. Siempre he pensado que no se necesitan muchas cosas y comparto el pensamiento de que al fin de cuenta no las podemos tener todas, porque "¿dónde las pondríamos?" Pero, la gente casi nunca piensa esto hasta que detalla sus venas, cosa que a mí no me ocurrió, no por ser extraterrestre, sino por estar en el lado equivocado del sistema, ese que te dice qué hacer; todo el tiempo las mismas preguntas, ¿quién? ¿qué?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿por qué?. En fin inventariando mis cosas, decubro que aun tengo de más, así que ya mismo empecé a darles otros usos. Sí, el detalle del día de los enamorados, el del día de los amigos, el alumno, la madre, el padre, el día de la raza, el día de la libertad del país, el día, del agua, de la tierra, del árbol, el día del niño... en fin, cualquier otro día que exista y del cual tenga conocimiento y también cualquier otro día que adjudique a mi invención. Es así que celebro el día de no hacer nada, el día por el cual hubo una razón para haber nacido y mejor o peor aun, por seguir aquí cuando, como escribí en otra ocasión debería estar del otro lado. El día de las hojas caídas, "pienso luego existo", el día de estar a la intemperie, el día de los iletrados y el día exclusivamente para mí. Apuesto que aquellos que leen estas líneas, tendrán sus propios días, pero... en qué iba antes de esto?
CONTINUARÁ...