sábado, 4 de agosto de 2012

¿Han escuchado que todo tiene su tiempo?

Todo tiene su tiempo, pero, ¿de qué forma se da? ¿en las cosas que hacemos?, ¿en las cosas que pensamos?, ¿en las cosas que suceden sin que tengamos que ver con el hecho?
se cree que cuando nos quedamos quietos el tiempo parece congelarse, bueno, prueba de ello se encuentra en todas aquellas viejas o nuevas fotografías que todos coleccionamos, riéndonos de cuánto tiempo ha transcurrido. 
A mi me encanta el misterio del tiempo porque está directamente relacionado con el misterio de Dios. Antes de ordenar este planeta, Dios lo creo en un tiempo que por ahora es imposible calcular, la Biblia no da detalles, sólo está la frase "en el principio creó Dios los cielos y la tierra". ¿Cuándo sucedió? en el principio, pero así estaríamos por mucho tiempo, un círculo vicioso, no lo sabemos. Pero cuando Dios se dispuso a ordenarlo, encontramos la primera inscripción de ese tiempo. Dios crea los días literales de veinticuatro horas y la semana de tiempo por la cual el mundo se ha regido desde entonces. Pero Dios está por fuera de este tiempo porque se nos ha enseñado que él es eterno. ¿Cómo lo sabemos? La Biblia en el libro de Exódo cuenta que cuando el se presentó a Moisés le dijo su nombre, el cual es traducido como Yo Soy; el gran Yo Soy el que Soy, Dios por siempre. No tiene principio ni fin. Esto es demasiado complicado, por eso es un misterio. Ante todo lo que hay que decir, por ahora solo puedo expresar que el tiempo programado para este mundo se está acabando, pero no sabemos cuándo, y el de cada uno quién lo conocerá. Para esta pregunta existe una sola respuesta, pero sucede que es algo en lo cual debemos meditar.

Ráfagas del tiempo

En lo alto de una montaña, cercano puedo sentir que el tiempo es más sencillo, más fácil de conseguir.
podría guardarlo en una cajita de fósforo porque a veces no requiero mucho de él, no, más bien es porque el tiempo es un suspiro, un pensamiento, un presagio de algo por venir.

Tiempo hay para seguir, tiempo no hay que perder porque las lamentaciones vienen después y los años como dicen los de mayor edad no vienen solos, traen los males que sembramos y lo bueno que dejamos de hacer, el sacrifio de los padres y los mejores momentos que se olvidan por el afán de los segundos que implacables transitan sin dar tregüa a todo lo que debemos hacer. Sería mejor no haber nacido, dijo el bueno de Job, pero no somos dueños de nosotros mismos y por eso no ejercemos control para existir, sólo podemos como hizo el Rey Ezequias pedirle a Dios que nos conceda algunos años más para poder vencer, pero no al tiempo, sino a nosotros mismos, a los de pies ligeros y ojos taciturnos los soldados de nuestra mente y los artilugios de nuestro espíritu. 
El tiempo no es mío pero a veces me adueño de él, el tiempo no se detiene pero a veces parece morir. El tiempo es un regalo y como todo regalo hay que usarlo bien.

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