jueves, 11 de diciembre de 2008

En medio de los almendros

Érase un vez un detalle suspendido que crecía en unos almendros destinados para la alimentación de las aves más diminutas que alguna idea no había concebido, mucho menos mencionado, ni emocionadamente ligado a ningún corazón. Ese detalle se vislumbraba un tanto antojadizo, ya que crecía con mucha lentitud, razón por la cual no era visto. Además, no todas las formas de vida animada pueden observar detalles. ellos son muy esquivos a las miradas de los pasantes que no se inventan sus vidas.
Un día en que el detalle notó, por esas causalidades que algunos humanos suelen crear, que alguien lo observaba; se dobló y confundió con las hojas más grandes y que a esa hora abrían más sus venas para poder adquirir la fuerza del sol. Pero, ¿por qué el detalle no quería ser descubierto? Muchas razones tenía para ello. En esos momentos le resultó más práctico ocultarse, apenas estaba creciendo y no quería estropear su pelaje. De todas maneras fue muy importante el querer ocultarse y recibir poco a poco la unción de vida que sólo estaba reservada para aquellos que ascendieran los grados dispuestos por el sabio de la memoria que lo había creado a él, como a todos los demás.
La vida en aquel almendro le estaba resultando muy simpática, al mismo tiempo que agotadora, -no era para menos ni para más-, estaba en su orden del día salir ileso a las aves, los humanos y a los demás animales que a veces pasaban por allí, entre otras especies, sin darle mucho propósito a las rocas, los tallos... en fin. Dejándose llevar por su imaginación, de pronto reaccionó cuando algo le llamó muy fuerte la atención. Eran una tiernas manos que sin saber lo estaban acariciando. Se perturbó un poco con ese toque y se acurrucó lo mejor que le dio la línea en la que se apoyaba, pero casi se muere del susto, comenzó a hiperventilar, estaba arrugado, de verdad se estaba muriendo, hasta que por fin las manos lo soltaron, en ese preciso momento una lágrima salió de su pequeña y arrugada piel y fue a parar en la frente de aquel chiquillo travieso que unos momentos atrás estaba tocándolo sin saber. El chico no le prestó atención a ese hecho ya que dedujo que era su propio sudor... más que lógico. El detalle descansó y poco a poco se repuso de esa tempestad. Comenzó a analizar el por qué de esa angustia. Después de mucho pensar no llegó a ninguna conclusión, !claro que no! apenas era un pequeño detalle y tal vez fuera parte de su naturaleza sentir todo aquello, no era para preocuparse ni llorar, pero de una cosa sí estaba seguro, la lágrima no fue por miedo ni por tristeza, sólo surgió sin otro motivo que el toque. Sí, ese toque fue muy desagradable, o ¿fue que él lo exageró?, ¿lo creó su mente? Lentamente y después de pensar muchas horas se quedó dormido. En ese momento sus ojos comenzaron a rodearlo con mucha velocidad, se movían muy alocadamente, él no pudo saber qué era eso. También soñó. Soñó con el sabio de la memoria el cual le contaba su creación y cómo debía ser su existencia sin confundirla con su vida o su estancia en aquel lugar. pero, ¿cuál era la diferencia? existir es tener vida, vida es estar en la estancia, cualquier estancia, la suya era en un almendro.
En el sueño veía cómo el almendro una vez pequeño había crecido y ya en esos momentos era un fuerte y llamativo árbol, razón por la cual se le adjuntó a él, !oh! era un milagro que apenas comenzaba a descifrar y no tenía de qué preocuparse porque para todo ese asunto tenía tiempo. Tiempo que siempre es un tormento. No, para él no lo era. El detalle observó bien al sabio, al almendro, a su propio cuerpo, sobre todo a la forma como se encontraba enredado en el árbol, que parecía ser una raíz más, que había crecido hacía otra dirección. ¿Sería esa la razón de su existencia?, ¿ser una raíz detallada? De pronto despertó y pareció encontrarse perdido en su propia casa, eso era más de humanos que de seres como él, bien, quizás esas manos le imprimieron algo de humanidad, no, eso no podía ser, porque en toda la historia de todos los detalles existentes hasta ese momento eso no había ocurrido. ¿Cómo estaba seguro?, los detalles vienen con todos esos lujos en sus genes. Entonces, quizás sí eran más humanos de lo que pensaban porque eso mismo le ocurría a ellos, los humanos eran así. No, era sólo un detalle la semejanza. El sabio le había dicho que todo formaba parte de todo, así que no tendría de qué preocuparse ya que eventualmente era más sencillo para él, ser lo que era sin razonarlo hasta el límite o más allá. Ya tendría tiempo de crecer y darse cuenta que la existencia era de tal complejidad que ¿para qué añadirle más? Siendo un pequeño detalle sólo tendría que preocuparse de su crecimiento sujeto a ese almendro que le daría cobijo además de vida, cuando fuera mayor podría ir donde quisiera y hacer algunas cosas o muchas cosas que se le antojarían, pero que de todas ellas tendría que responder algún día al sabio de la memoria, esas eran las reglas. No había opción, nunca la ha habido, algunos razonarán muchas ideas, no importa, eso no cuenta porque hasta ahora nadie ha dado una respuesta. Sí, la existencia y la no existencia. Te propongo un juego, cierra los ojos y concéntrate en la nada, la oscuridad lo llena todo. Ella siempre ha sido lo básico, lo primario. ¿Qué otras razones tendría? no era el primero, y seguro no iba a ser el último en pensar esas cuestiones. 
Continuará...

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