lunes, 15 de junio de 2009

PERFIL

PERFIL

Hila, hila, hila…
Zig zag, zig zag,
Era un ojo despierto, tranquilo y equivocado.
Fue la fuga del viento al caer en la plaza…
Estaba equivocado.

En las noches trabajaba en aquél lugar de especias y guisantes,
Arruinaba su día el sol y el mar,
Tomaba cursos de francés,
Mezclaba listas triunfando sobre el dolor.

Cose, cose, cose…
Curva, curva, curva,
Vestido café con grandes espacios de espalda y pecho
Sonrisa brillante,
Ojos negros,
Se refería al insecto de la pared.

Los días no son iguales en aquel lugar de especias y guisantes,
Huidas y corridas para todos,
Voz grave y monótona,
Una tonada lejana,
Un libro negro.

Teje, teje, teje…
Siente, siente, siente,
Es el margen de lo imposible, Lo dudoso.
Una sobrecarga absoluta sin distancias
Para observar mirada, fingir rechazo, explorar lenguajes.
Huye, huye, huye…
Reposa, reposa, reposa,
Una sola gota de rocío en el tejado de al lado,
Suspiros entrecortados de espesa locura,
Fragante aroma que rejuvenecen los acentos,
Disparan emociones nuevas,
Convierten tinieblas en vapor de luces que engalana la hora exacta
De cruces de calor.

Observa, observa, observa…
Deletrea…
Un suspiro,
Un conjuro,
Un deseo,
Un calmante,
Un dolor,
Una lágrima,
Una emoción,
Cruza el mundo de la piel,
Ama mis huesos
Ama mi piel.


Pequeños lugares rodeados de luz en el instante cuando el viento tocó el rostro para dejarse morir en medio de un estallido dulce que acompañó las cumbres exactas y parejas hasta bordear sonrisa carmesí de un encanto tan natural y bello como el despuntar de un día en diciembre, por acá, cerca de la ciudad de otros tiempos. Tiempos nunca vividos, recitados por los que ya no están en memoria de los que ahora vamos por veredas y lugares solitarios con algunas cicatrices. Aún los caminantes que nunca fallan sin importar la luz o la sombra.
Tal vez la mejor historia contada fue la del ser que vivió en la mirada de mi abuela; era todo para ella y era todo para él. Esa historia fue hace tiempo atrás, me acuerdo porque fue detrás del olivo y sin importar el desenlace me acurrucaba en sus faldas a escuchar tan bella leyenda de amor, pasión, luna y sol.
Mi abuela logró lo que nadie ha podido antes de ella, y ahora que la recuerdo es mi mejor amuleto ya que estoy hecha de lo mismo…
La hojalata perdió algo de brillo y por algunos instantes sufrió dolores muy agudos, se hizo tan frágil que todos declaraban su ausencia…Vivíamos en un castillo de sueños reales, tan fácil era estar allí como viajar a la luna en menos de la velocidad de la luz. Siempre se escuchaba a Bach, Mozart, Bethoven, música de Jazz y algunos temas populares y folclóricos del más allá, vacilante y nuevo lugar en mi vientre… ráfagas del tiempo…

No hay comentarios:

Memoria de un beso

Dos palabras irrumpieron en las sombras de la noche. Eran las tres de la madrugada y ella seguía soñando un anhelado beso. Hacía mucho tiem...