lunes, 15 de junio de 2009

SIN ESPACIO


Porque la franja naranja se hace cada vez más delgada es que veo cada sintonía abarcante en aquel destello largo, casi transparente, es allí sobre el puente de esa peligrosa vía de alocados ruidos donde siento bosques diminutos, arroyos diluidos y algunos pájaros en silencioso cielo, son aquellos que no han muerto por casualidad o por el resto de los que quedan, porque los otros ya no juegan, no bailan su danza matutina.

Esto es apenas una imagen. La otra yace escondida detrás de la llanura construida “piedra sobre piedra” que ya se ha vuelto vieja, se deteriora cada día. Nunca la he visto. No se a qué se asemeja. No sé cuál es su color. ¿Tienen ojos tristes? ¿Tienen mirada o acaso sonrisa? Tal vez solo lágrimas, lágrimas de olvido. Ese olvido consagrado que serpentea en cada baldosa reluciente, aquellas atestadas de mentes vagas que gastan el suelo y no tienen vida.

¿Dónde está el río? ¿Dónde están las ramas y los frutos?
Se quedaron, creo, en el antiguo imaginario colectivo, donde las caras cuentan relatos mágicos de aquella otra ciudad que nunca conocí y que ahora se devuelve en mis sueños.

Es ahora que estoy envejeciendo que miro la ciudad, que siento su misterio. Es ahora que escucho cómo golpea la lluvia, cómo danza el viento; ahora que creo estar muriendo. Es ahora que puedo dibujar una silueta y amarrar el dolor para soltar palabras que sean mi cuna en gestación, mi segundo gran enredo. En ahora que no soy de acá y que el fantasma es el que camina. Siento, ¡Como ha pasado el tiempo!

¿Dónde estaba mi alma? Siempre ha estado aquí, eso creo.
Una conocida voz me dijo: hay espacios más allá del tiempo donde las gentes van al río, ven el mar, ven el cielo, ven los pájaros, ven los verdes tupidos enredos. Ven una odisea vacilante que camina ligero y que se estaciona en la calle del recuerdo. Estos deben tomar aire… anhelan las corrientes frías del invierno, ese que llega cuando las hojas parten en vuelo y se ven destellos de colores, y llegan las sonrisas y llega el cielo.

Hoy,
Aquí…
¿En qué pienso?
A las cinco de la tarde he de partir de nuevo, viendo aquella delgada franja, ¿acaso naranja?, ¿acaso ocaso? Ese tenue color que nunca olvido, que siempre tengo.

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