domingo, 20 de septiembre de 2009

Título de propiedad

Es ridículo, más que eso, ¿a qué nos referimos nosotros? es una deuda grande por la que tenemos que pasar. Pero el salario no alcanza... no, no alcanza porque de un mínimo es muy complicado vivir, pero aunque usted no crea, y no es un caso de Ripley, en países como el mío se vive de él, hasta se compran casas, se montan negocios... no se sorprenda porque en este país y en esta ciudad cualquier metro cuadrado es suficiente. Claro, por supuesto que Dios existe, lo creo de todo corazón, el mínimo lo demuestra. Y lo demuestran los rostros de los hijos de la calle, los que no podemos dejar de mirar, seamos o no sensibles, no se pueden obviar. Los acompañan toda suerte de objetos y animaciones en dos y tres dimensiones, los acompañan el inclemente sol del verano eterno, en contraste con las escasas gotas de las lluvias que por razones climáticas ya no nos visitan como antes, ¡pero bien antes! Era la época de los abuelos, cuando el calendario era casi Maya, ahora ya no es así, aunque nunca lo fue. Nunca podríamos ser objetivos y sensatos porque eso no existe en las dimensiones exactas para estar aquí, mucho menos en el itinerario que nos cobija, es casi un fantasma y ahora no hay muchas flores, ni mariposas, solo pavimento caluroso; algunos atisbos, deseos lánguidos de ver el río, rocío del mar y muchos deseos que solos se encontrarán para despedirse por la dualidad de la vida breve, siempre igual... y sigue la ciudad...

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