martes, 14 de octubre de 2008

Memorias en un diario complicado

Lejano está el momento del despertar de la solapa publicada con gentileza detrás del escritorio y guardada en el sofá que está en el salón del té, ofrecido a las tres de la tarde, todos los días en que iban a charlar de aventuras jugadas en el país de al lado, lejano y sombrío, cuyas vidas paralelas recién descubiertas eran propias de aquellos perdidos en el laberinto hostil de las viejas y gastadas solapas.
Los de ahora son como los de antes, los que quedamos de esa primera epidemia sólo éramos dos y el mismo lado. Eran otros tiempos y !vaya que tiempos! ahora en este lugar no nos queda otra opción que relatar el suceso, ya no queda mucho que hacer, a menos que queramos esperar al fantasma para que acabe con nosotros.
Fue toda una locura avanzar en el tiempo ya que es mejor vivir la edad, -¿cuál edad?- la edad de los mejores, la misma mariposa de múltiples colores, espectro que volaba en la dirección correcta, allá donde encontramos los cachivaches que ahora nos distraen de esta cansada e infatigable unción. -¿Cuál unción?- los remedios de la mia naturaleza. Los ojos ya estan gastados y los ánimos revoltosos, !si!, las mariposas aun revolotean, y eso es un grato recuerdo infantil. -No-, es un recuerdo de amor o algo así que leí de aquellos que no estan, los conseguí de sus pupilas negras y equidistantes que deambulaban en extraña postura, cual vampiro al acecho.
¿Vampiro?, ya, déjalo, porque esa es otra historia y ahora no puedo observarlos, para eso es mejor la noche. La penumbra de mis ideas y la exaltada apariencia de sus perfectos dientes, la extraña sonrisa inofensiva y las manos más blancas que la nieve. !ya!... los pecados blanqueados, -no- la conciencia limpia, la justicia divina. -¿Cuántos años tenías?- siete, número perfecto, como el negro, justicia, juicio, mejor aun, ráfagas del tiempo oculto en ecuaciones matemáticas, en la lógica incertidumbre de palabras bien diseñadas y estructuradas que por ahora no comprendo.
-Llevas mucho tiempo sin comprenderlo- no, exactamente unos minutos, el resto es poesía. Palabras más, palabras menos, pura indiferencia ante los espectáculos mejor destacados por vidente alguno, por aquellos que tienen ojos y oídos, pero no les basta. -!Las solapas!- -si- las solapas. Eran unos viejos guerreros marcados por el destino, aunque el destierro hubiese sido mejor, pero no para ellos, su propio nombre no lo aceptaba. -¿Su nombre?, -si- el carácter no se deja de lado, se va con él a todas partes, es la misma esencia de su nombre, es axioma imperturbable. Somos un nombre. ¿Te llamas Sofía? -si- exacto como eso. -¿Qué hay de ti?
-nada- franqueza, te lo juro. Mejor, asi nos esquivamos o nos entrelazamos en algunas quimeras importantes para la existencia, matar una que otra neurona y correr sin tiempo, sin lugar, en el espacio de las posibilidades creadas en cero. - Bruto aprecio- -No- estornudo de rinoceronte, espuma de ternera, caprichos de caballitos de mar, sonidos de selva espesa, gorilas y algunos más. ¿Queda alguna palabra? -si- las del anochecer vanguardista, sin pistas ni equipaje... a veces se vive con exceso de él, como lunas llenas sin Licántropos... evasiva fortuita de palabras mal entonadas, tal vez una canción de nana y una última mirada esquiva de pasión por tus ojos, por tu boca y por tu pecho. -no- Ahora demente hay que meditar. -¿Algún gurú en especial?- si, mi propia mente. - ja, ja, ja- eso provocas, pero me deleita tu estancia entre mis manos, especialmente tu aceptación en el mundo mágico de las realidades más o menos exactas, paráfrasis de la epidemia y de los sonidos de las partituras ya vencidas pero clásicas de la memoria infatigable que es ser un ser humano.
Los compromisos en el sofá, el te de las tres de la tarde, los libros y la música... ideas, colores empatados... mejor el resumen de ellos... Mi paleta es perfecta. Tengo razones, no son de tu incumbencia, ya sabes, cachivaches, cosas viejas, desgastadas, casi muertas. -¿Todas?- ¿tu qué piensas?, hasta ahora mis mejores dones a tu disposición. -Gracias-, -mil a una que no te podrías balancear en puntas de pies- por supuesto que no. Mejor opción, leer a Kafka o Cortazar. -Ni por los tobillos en tu paleta- claro que no- ¿quién crees que es la mejor en las pistas? tu rosa encantada. -no- las pesadillas del ser que vive en la baldosa de mi habitación- ¿hay un ser en la baldosa de tu habitación?- si- es guapísimo, pero solo le puedo vislumbrar medio rostro que se ve en perspectiva desde arriba sentada en mi cama. tiene unos ojos tiernos, una expresión de tristeza, como si estuviera esperando... -¿qué? -no lo se aun- ¿hace cuánto vive allí? tampoco lo se, recién lo descubrí ayer a las 10:00 de la noche cuando estaba pensando algunos detalles de la reciente conversación con G.R... um, tal vez fue solo eso... no puede ser, porque hoy lo vi en la madrugada al despertar, asi que supongo que sigue allí. ¿Itinerario para hoy? Trabajar en el día, ir a la escuela de artes en la noche, dibujar y pintar algunas manifestaciones más locuaces de mis mejores memorias recien descubiertas y etiquetadas en este instante en que ya no soy una demente, sólo por hoy. ¿Dónde quedan las solapas?, en el mejor lugar disponible ya que tendría tal descalabro que ningún cirujano querría increpar, claro, siempre hay más opciones. Las solapas están en fántasticos rostros, majestuosas enseñanzas encontradas en cualquier esquina, sin pretender ser, sin equipo favorito, sin chistes agónicos ni malos entendidos. Son los mejores amigos en mi tiempo libre, de algunas famas antiguas y lágrimas rescatadas porque el olvido no es una gran hazaña, hay que evidenciar lo concreto y lo no tangible mucho más allá de las primeras imágenes que por el uso y el abuso se evaporan sin riego ni cobijo. Ya me abrigo en la mía y sigo mi camino para poderte contar del tiempo vivido un poco más allá del salón de té, rescotada en ese viejo sofá, herencia de mi abuela que ahora en paz descansa, con una pena que no pudo superar y hasta el último aliento dejó ver, se dejó escuchar. Sí, algunas veces las solapas nos dejan pero siempre regresarán porque necesitan un cuerpo y una mente en la cual transitar, moverse, tu sabes, cada quien camina de maneras diferentes, según la genética y la educación recibida. Los hay muy altos y muy bajos, los hay término medio, no me gusta ese término. Los hay atléticos y esforzados y otros menos aventajados según esta sociedad, pero eso no importa si te ves en la dimensión correcta, como la violinista del concierto de Yanni, excelente, hermosa e inteligente. Solapas al fin, aca todavía hay mucho que decir y otro tanto que descifrar, espero estar en lo exacto no en lo correcto, eso se lo dejo a mi madre. Ahora debo reponer tiempo que no se repone, espíritu que... sí, es un poco más manejable, mente que se apresura a envejecer lúcida y quedamente, venas... !mis venas! ¿no te he contado de ellas? -no- ¿me lo creeras?, por lo menos lo considerarás. vale el esfuerzo y el momento.
Son un poco de la más dulce aventura, porque después de sondear que la piel deja sus huellas es más gratificante conocer un poco de tu espacio interior, y ellas te lo delatan tan vívidamente, que sientes un pesar de no haberlas descubierto antes, cuando todavía había oportunidad, conocer el fin desde el principio, delicada labor y no nos ha correspondido a nosotros saber esas sazones, mejor porque la cocina es un poco disparatada y a estas altura casi no hay tempestades para lograrlo o sentirla un poco más razonable.
Las venas te lo declaran, apostada o no ellas estan allí. Palpalas, siente su recorrido a ver si te llevan al lugar de al lado que es donde quieres estar. El salón de te ya está viejo y sera mejor distribuir tu cuerpo en otro lugar un poco más interesante.

No hay comentarios:

Memoria de un beso

Dos palabras irrumpieron en las sombras de la noche. Eran las tres de la madrugada y ella seguía soñando un anhelado beso. Hacía mucho tiem...