lunes, 25 de enero de 2010

Sin asunto concreto

A la conquista del tiempo.
La excusa perfecta para quedarse suspendido y aletargado en memoria de algunos defectos y anhelos de sabelotodos crédulos, no se de qué, y con la esperanza de poder asir lo que no vemos por haber perdido la línea de horizonte, y vivir en la tangente de los agentes externos que nos piden un cambio, pero el debate interno nos impide abrir los ojos y despertar, porque razonamos que es mejor estar dormidos y no adelantar las horas, pues poseen el detalle de hacernos viejos y desprotegidos de las coraza humana defectuosa que todos llevamos por dentro y que se demuestra por fuera en cada arruga y lágrima congelada de este tiempo mio, porque para algo habré nacido y eso siginifica en concreto, sí, después de todo no he perdido el tiempo. Pero esto es un absurdo, todos hemos perdido tiempo y eso no es tan importante como parece ser, sin embargo es delimitante y sofocante alucinar con lo que no podemos tocar sino por medio de metáforas e ideas del pasado y buenos libros que entretienen, enseñan; los que vuelcan el espíritu y nos confunden para seguir con ideas aferradas y seguir siendo lo que somos para no evolucionar a lo que deberíamos ser, que todo el mundo sabe pero nadie llega. Esto es muy fácil, no hemos llegado porque todavía no es el tiempo. ¿cuándo será? Basta la paciencia y más aun la sabiduría, estos dos ingredientes no satisfacen, porque humanamente es imposible... bien, pregúntemosle a los dioses... a Dios.
Emparejemos situaciones, tomemos serenidad y sintamos un deseo vivo porque llegue el final y quizá como sueño de medianoche despertemos en el nuevo tiempo...
los Desafíos son etiquetados y veo los rostros de aquellos que se piensan joviales y bellos, como si el tiempo no transcurriera, y mientras tanto esperamos el otoño, la raíz de la savía de vida, el ocaso y las narraciones mágicas de estación primaria del pasado remoto en la casa vieja del pueblo abandonado, después que las lluvias no lo volvieron a besar. Y así, el alma se evapora y los deseos fallecen y sólo queda la etiqueta de la última morada.
Para nada, lo que necesito es tiempo, es morada, es un lugar del corazón y los afectos, bien pensaba Octavio.

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